Por: Rafael Mejía A.
Durante la campaña de nuestro presidente Trump (lo de nuestro es en serio) se popularizó el término fake news para significar aquella información tendenciosa que busca ponerle a la gente los pelos de punta, manipularla o agudizar la polarización en temas sensibles.
Lo cierto es que desde la antigüedad la chancita existe y coincide perfectamente con el concepto de desinformación, traducción literal del término ruso dezinformatsia, empleado por los soviéticos en los años veinte para referirse a las campañas de “intoxicación” que, según ellos, lanzaban los países capitalistas; y sus perversos fines se remontan más allá del año 64 cuando Roma fue incendiada por Nerón, pero les echó la culpa a los cristianos. Todas estas técnicas las perfeccionó Goebbels en la Segunda Guerra Mundial y fueron acogidas de manera entusiasta por cierto nerón colombiano que sigue incendiando al país, tal vez hasta que San Juan agache el dedo.
Hace unos pocos años los estudiantes hacían rodar por el salón de clases unos papelitos -los chismógrafos- con informaciones, algunas veces calumniosas, otras, simplemente bromas pero que tenían el mismo fin: desinformar.
Todavía circulan en las redes sociales unas añejas cadenitas con informaciones como la de la famosa Ley Roy Barreras -de manera absolutamente falsa achacada al susodicho- que “les quita un porcentaje de la mesada a los pensionados para dárselo a la guerrilla”, o que “Timochenco va a ser el próximo presidente”. Otras más actualizadas hablaban que de bajarles el sueldo a los roncadores (foto) padres de la patria ocurriría lo propio con el salario mínimo, y otras cuantas sandeces que nos hacen quedar como unos auténticos cavernícolas ignorantes en el concierto internacional. Por creerles a los que quieren seguir desbarajustando al país pasamos de decirle NO a la paz a decirle SÍ la corrupción. Chévere.
Afortunadamente la estupidez es una enfermedad que tiene un fácil remedio: poner a funcionar el cerebro en ‘modo sentido común’… Lo malo es cuando la gente se empecina en creer que de todas maneras “cuando el río suena piedras lleva” … y siguen tercamente nadando en su propia ignorancia tal vez para evitar la cantaleta del se le dijo, se le advirtió, se le aconsejó.
Si nos tomamos la pequeña molestia de verificar por lo menos dos fuentes de donde quizás provenga la información, la idoneidad intelectual del autor o leer los textos completos y contextualizar bien la información nos evitaremos un ‘oso’ mayúsculo. Replicar una información falsa, descontextualizada o desactualizada nos puede -en dos segundos- hacer quedar como un chocato: Créanme, tener fama de bruto es bastante doloroso, pero afortunadamente se cura con lectura, moderación y bastante sentido común, que a veces es el menos común. Usted decide…ya es hora de acabarles el reinado a las ‘fake news’.